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Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!

―¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el Señor.

Jonás salió y acampó al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver qué iba a suceder con la ciudad.

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